Hoy se celebra la festividad de San Frutos en la Ermita del mismo nombre, situada en el Parque Natural de las Hoces del Duratón.Tiene lugar una pequeña romería amenizada por las jotas y el sonido de la dulzaina y el tamboril, se trata de un acto sencillo que comienza con una misa.
San Frutos fue un santo eremita segoviano, que con su hermano san Valentín y su hermana santa Engracia se retiró a la vida solitaria allá por los finales del siglo VII.
Nacieron los tres hermanos en la segunda mitad del siglo, en medio de las turbulencias de los reinos cristianos que darían lugar finalmente a la intervención de los sarracenos en sus luchas intestinas y que acabarían abriéndoles de par en par las puertas de España.
Si tenemos en cuenta que la muerte de san Frutos tuvo lugar en el 715, y que la entrada de los árabes en España se inició el 711 sin que apenas pusieran resistencia los reyes cristianos, enzarzados como estaban en sus guerras internas, entenderemos el papel importantísimo que tuvo este santo varón en la defensa de los cristianos que huían despavoridos de los moros.
En el yermo que quedaba a 10 leguas de Segovia, en el lugar hoy llamado Nuestra Señora de la Hoz, se retiró san Frutos con sus hermanos Valentín y Engracia después de haber distribuido sus cuantiosos bienes entre los pobres.
Cuenta la hagiografía del santo que habiendo ido los moros a por los cristianos que se habían retirado al yermo no sólo para huir de los moros, sino también para llevar una más santa vida, salió san Frutos a su encuentro, y después de intentar persuadirles de lo erróneo de sus creencias musulmanas y de la persecución que hacían de los cristianos, en vista de que los moros persistían en su actitud, hizo el santo una raya en el suelo sobre la peña desnuda, intimando a los moros que no la traspasasen, y que si se empeñaban en traspasarla, Dios se cuidaría de impedírselo. Y así ocurrió en efecto que al ir a traspasar los primeros moros la raya, se abrió la peña en una hendidura profundísima, a la vista de moros y cristianos, a la que bautizaron en honor del santo como Cuchillada de san Frutos.
Desde entonces tuvieron los sarracenos un respeto reverencial por el santo segoviano, que murió de edad muy avanzada mientras se multiplicaba el número de mártires a manos de los infieles.
Su fiesta se celebra, con romería y todo, el 25 de octubre.
Si tenemos en cuenta que la muerte de san Frutos tuvo lugar en el 715, y que la entrada de los árabes en España se inició el 711 sin que apenas pusieran resistencia los reyes cristianos, enzarzados como estaban en sus guerras internas, entenderemos el papel importantísimo que tuvo este santo varón en la defensa de los cristianos que huían despavoridos de los moros.
En el yermo que quedaba a 10 leguas de Segovia, en el lugar hoy llamado Nuestra Señora de la Hoz, se retiró san Frutos con sus hermanos Valentín y Engracia después de haber distribuido sus cuantiosos bienes entre los pobres.
Cuenta la hagiografía del santo que habiendo ido los moros a por los cristianos que se habían retirado al yermo no sólo para huir de los moros, sino también para llevar una más santa vida, salió san Frutos a su encuentro, y después de intentar persuadirles de lo erróneo de sus creencias musulmanas y de la persecución que hacían de los cristianos, en vista de que los moros persistían en su actitud, hizo el santo una raya en el suelo sobre la peña desnuda, intimando a los moros que no la traspasasen, y que si se empeñaban en traspasarla, Dios se cuidaría de impedírselo. Y así ocurrió en efecto que al ir a traspasar los primeros moros la raya, se abrió la peña en una hendidura profundísima, a la vista de moros y cristianos, a la que bautizaron en honor del santo como Cuchillada de san Frutos.
Desde entonces tuvieron los sarracenos un respeto reverencial por el santo segoviano, que murió de edad muy avanzada mientras se multiplicaba el número de mártires a manos de los infieles.
Su fiesta se celebra, con romería y todo, el 25 de octubre.
POEMA DEL MILAGRO DE LA CUCHILLADA
Bramaba el viento, llovía
sangre, Duratón corría
turbado, temblaba el monte,
y todo aquel horizonte
lleno de asombros se vía.
[...]
Inquietóle al Santo el alma
si no su temeridad
la improvisa novedad
de ver Moros en la calma
de su alegre soledad.
[...]
Llegaba el escuadrón fiero
del Santo a la estancia dura;
pero como el cual procura
darles a entender primero
nuestra ley y su locura,
aquel ímpetu repara
con la fe de quien ampara;
y, atento el Moro confuso,
la Cruz hizo, y luego puso
sobre un un peñasco la vara.
Diciendo que les mandaba
por Dios que se sosegasen
o la raya no pisasen
que en su nombre señalaba
primero que le escuchasen.
Con esto la dura peña
obedeciendo su seña
se dividió en dos pedazos
que desde cuyos ribazos
el monte su centro enseña.
Bramaba el viento, llovía
sangre, Duratón corría
turbado, temblaba el monte,
y todo aquel horizonte
lleno de asombros se vía.
[...]
Inquietóle al Santo el alma
si no su temeridad
la improvisa novedad
de ver Moros en la calma
de su alegre soledad.
[...]
Llegaba el escuadrón fiero
del Santo a la estancia dura;
pero como el cual procura
darles a entender primero
nuestra ley y su locura,
aquel ímpetu repara
con la fe de quien ampara;
y, atento el Moro confuso,
la Cruz hizo, y luego puso
sobre un un peñasco la vara.
Diciendo que les mandaba
por Dios que se sosegasen
o la raya no pisasen
que en su nombre señalaba
primero que le escuchasen.
Con esto la dura peña
obedeciendo su seña
se dividió en dos pedazos
que desde cuyos ribazos
el monte su centro enseña.
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