El Norte de Castilla. 1 de junio de 2006
Un grupo de vecinos sentado junto a la travesía de la localidad.
Una tarde de domingo más, una jornada agradable más, como cualquier otra en la que la meteorología invita a salir a la calle, un banco junto a la travesía que cruza Fuente el Olmo de Fuentidueña está repleto de gente.
Allí están Ángela, María, Juana, Dominica, Fermín y Lázaro viendo pasar los coches, viendo pasar la tranquila vida que a su avanzada edad les hace sentir especial preocupación por la atención médica.
Y es que, como ellos dicen, los dolores no les faltan y los medios para acudir al centro médico de Cantalejo escasean, por lo que esperan con impaciencia y alivio la puesta en marcha de servicio de transporte a demanda.
«Aquí lo que nos hace mucha falta es que nos pongan un coche para ir al médico porque la mayoría somos de setenta para arriba y no tenemos coche y si vas a buscar uno no le encuentras», advierte Lázaro.
«Es una cosa muy necesaria porque todos somos muy mayores y no tenemos medios para ir», añade una compañera de banco.
Por su avanzada edad, por la carencia de vehículo propio se muestran agradecidos con los vendedores ambulantes que les abastecen de pan, fruta y pescado, «aunque carnicero no, hay que ir a buscarlo», apunta Fermín.
La cercana localidad de Torrecilla les aprovisiona y muchos no dudan en recorrer a pie los dos kilómetros de distancia. «Pero si llamas te lo sirven», aclara Juana. Saben que no están en la mejor posición, que quizá la vida es algo aburrida, pero son conformistas, pertenecen a otra generación acostumbrada a sobrevivir con poco.
«Aunque sea aburrido, qué lo vamos a hacer. Nos hemos hecho ya a ello», apunta María. Lo cierto es que sí añoran sus años de juventud, aquellos en los que el pueblo tenía más gente, más vida y más fiestas.
Aunque los festejos en honor de Nuestra Señora de la Asunción siguen conservando la esencia de la misa, la procesión y las danzas, han perdido vitalidad.
«La víspera de la fiesta, estabas segando y aunque estabas cansada no te dabas cuenta, llegabas y te ibas a la velada y al otro día a segar. Ahora no hay nada de eso», comenta Juliana, que se une al grupo tras el paseo.
La merienda con escabeche de San Isidro se sigue sirviendo, pero ya no es como antes, como tampoco lo es San Pedro en Cátedra o ni la Semana Santa, y de aquellos ruidosos carnavales solo queda el recuerdo de los habitantes de Fuente el Olmo de Fuentidueña.
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