El Norte de Castilla. 23 de julio de 2005
La gran masa arbórea es uno de los mayores orgullos de Fuente el Olmo de Fuentidueña .
El monte, los pinos y los chopos que rodean Fuente el Olmo de Fuentidueña suponen los mayores atractivos de la localidad, que precisamente debe parte de su nombre a esa importante masa verde.
Y es que los olmos que antes circundaban el casco urbano eran tantos que no dejaban ver las casas hasta llegar a la puerta. «Es uno de los pueblos más bonitos», apunta el alcalde, Rafael Pérez Herrero, orgulloso del rico patrimonio natural que atesora la localidad.
Aunque con el paso de los años parte de ese encanto se ha ido perdiendo. Al igual que la población desciende, la cantidad de árboles también disminuye. Tampoco el arroyo que atraviesa el pueblo ha soportado imperturbable el paso del tiempo y el agua ya no corre.
Aún así, la masa verde de árboles, arbustos y plantas permiten seguir el cauce, que junto a la plaza debe sobrepasarse sobre un viejo puente de piedra que sí ha sido capaz de sobrevivir a las embestidas del tiempo.
Peor suerte han corrido las ermitas, de las que apenas se mantienen en pie un montón de piedras. Sin embargo, la iglesia de San Pedro continúa haciendo frente al paso de los años como uno de los elementos que hacen sentirse más orgullosos a los vecinos de Fuente el Olmo de Fuentidueña.
Pero si hay algo en lo que el paso del tiempo ha dejado una importante huella es en el censo de población. La situación de Fuente el Olmo de Fuentidueña no es nueva en buena parte de la provincia, pero no por ello deja de provocar tristeza entre los vecinos que ven cómo el número de habitantes cae sin previsiones de un posible repunte. Los niños se cuentan con los dedos de la mano, la población activa tampoco es grande, la mayoría ya son jubilados, y con estos dos pilares básicos tambaleándose, las previsiones apuntan a que la localidad se convertirá en un pueblo de veraneo.
«A la vuelta de unos años, como somos muy mayores, será un caserío. Las tierras las van a hacer entre cuatro y se van a ir a Cantalejo, algunos ya se han ido», advierte Eusebio, uno de los poco más de sesenta habitantes que a diario viven en el pueblo. «Es un desastre. No hay vida, no hay nada, cada día peor», añade. «Da pena ver que no hay chicos por las calles», apunta el regidor.
Fiestas en peligro.
Pero ahora esa situación queda un poco olvidada. Con el verano, los pueblos segovianos recuperan el colorido de la mano de los veraneantes.
Además, en unos días, la primera semana de agosto, Fuente el Olmo de Fuentidueña se vestirá de fiesta para celebrar Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, aunque este año el alcalde lamenta que la paupérrima economía del pueblo afectará a los festejos y en un bando reclama la colaboración de los vecinos para que estos días de alegría sigan adelante.
A la espera de que la música de las orquestas cambie el sonido del pueblo, la visita diaria del panadero, la bocina inconfundible del pescadero y la de los fruteros que abastecen al pueblo llevan nuevos aires a Fuente el Olmo de Fuentidueña y hacen salir de sus casas al menos de un centenar de habitantes que a diario permanecen en el pueblo, aunque ahora son muchos más los que habitan en las nuevas casas de la localidad.
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