28 de junio de 2007

Las mujeres se reúnen cuatro días a la semana para jugar a las cartas


Un grupo de mujeres jugando a las cartas en el centro de jubilados. / Isabel Jimeno Como cada jueves, un reducido grupo de mujeres –la cifra de habitantes no da tampoco para mucho más– tiene una cita esta tarde en el centro de jubilados ubicado en la plata baja de la Casa Consistorial. Las barajas y el tapete verde esperan a ser repartidas para una nueva baza a la brisca. Una partida que se convierte en mucho más que un juego de mesa. Es una vía de escape. Una rutina que se ha convertido en costumbre para romper precisamente la rutina y la monotonía de un pueblo que, como otros muchos, está ya demasiado envejecido y sin apenas entretenimiento. Una decena escasa de señoras se sienta alrededor de la mesa para comenzar la partida y conversar. Y entre mano y mano, la tarde se pasa de manera más agradable, más entretenida. El domingo, como día festivo, otra vez las cartas esperan a moverse sobre el tapete. Y la escena se repite los lunes y martes. Los días en los que, una vez han salido de casa, aprovechan para prolongar fuera la estancia. Y es que después del taller de memoria de los lunes, toca brisca. Martes y jueves, las clases de gimnasia también van precedidas de la partida.En la mesa contigua, cuatro señores permanecen ajenos a lo que ocurre alrededor. Ni siquiera un ruido les hace perder la concentración en el juego. Están inmersos en la partida y todo a su alrededor les es ajeno. Los ruidosos comentarios de las jugadas y el bullicio que invade la pequeña estancia cuando se abre la puerta sorprende, contrasta con el silencio que recorre las calles de Fuente el Olmo de Fuentidueña. La elevada edad de la mayor parte de sus 130 habitantes le obliga a esa callada apariencia, interrumpida por el paso de vehículos por la travesía y por los trabajadores que diariamente acuden a una importante empresa enclavada en el municipio.

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