11 de junio de 2010

"La Villa", mucho más que patrimonio

Es un lujo para el viajero encontrarse en el camino un lugar como la villa de Fuentidueña, con un conjunto histórico declarado de interés cultural y con una larga historia llena de interesantes personajes que la poblaron. Fuentidueña fue un lugar de importancia, especialmente durante el medievo y a lo largo de los siglos fue ascendiendo hasta convertirse en cabeza de su propia Comunidad de Villa y Tierra, hoy formada por 21 pueblos, a pesar de que hoy el municipio apenas cuenta con un centenar y medio de habitantes, que, junto con el Ayuntamiento, luchan por conseguir nuevamente un lugar privilegiado en la historia y en el turismo, de la mano de sus numerosos monumentos.
Una muralla en recuperación y varias puertas dan la bienvenida al que se acerca hasta La Villa, como es conocida popularmente la localidad en toda la comarca. Así el acceso al municipio se realiza por la puerta del Palacio, la de la Calzada o la de Alfonso VIII.
También desde lejos se divisan, en la parte más alta del cerro, las ruinas de lo que fue su Castillo de Alacer, que significa alegre y que con el paso de los años adoptó el nombre del municipio y pasó a denominarse Castillo de Fuentidueña.
Integradas entre el caserío se encuentran ruinas e iglesias, de las cuatro parroquias que existieron en el municipio. Destacan las ruinas de San Martín, no por lo que queda de ellas o lo que se puede observar, ya que bajo sus escombros se encontró una necrópolis, sino por lo que ya no está. Su ábside fue vendido y reconstruido piedra a piedra por el Museo Metropolitano de Nueva York, donde se exhibe, dentro de su colección sobre los claustros.
Sin embargo, la iglesia de San Miguel permanece en pie y se sitúa como uno de los templos más importantes del románico de toda la provincia, aunque tiene añadidas dos capillas que se construyeron en los siglos XV y XVI.
Aunque fuera de su conjunto murado, también se encuentra otra iglesia hoy bien conservada. Se trata de Santa María la Mayor, de origen románico, muy reformado y que conserva en una de sus portadas un bonito ejemplo de gótico tardío.
Paseando por esta villa monumental se pueden encontrar las ruinas de la ermita de Santa Cruz, las del hospital de La Magdalena, las ruinas del palacio de Álvaro de Luna o el puente medieval sobre el Duratón, entre otros. Sin embargo, la localidad ha sabido explotar su lado más turístico no sólo gracias a este patrimonio artístico, sino también gracias a su patrimonio natural.
Junto al Duratón
La localidad se sitúa de forma estratégica junto al río Duratón y son muchos los vecinos que disfrutan del frescor de estas aguas durante los cálidos días de verano. Pero no sólo los vecinos. Muchos visitantes se acercan en temporada estival a disfrutar del frescor de la ribera y del descanso que ofrece una de las localidades más bellas de toda la provincia.
No en vano por la localidad transcurren dos de las sendas naturales más importantes de la Tierra de Pinares. Una de ellas nos lleva al cerro de San Blas, una atalaya de roca sobre el Duratón, que ofrece unas magníficas vistas de la localidad. El camino ofrece espacios curiosos como la cueva de la Cantera o las vistas del Pico Lopo. El camino transcurre en parte por un vallejo y la ascensión se hace más dura por momentos. Son algo más de tres kilómetros que ofrecen vistas del quejigal, del embalse de las Vencías, del valle del Duratón y de la propia localidad, además de parte de campiña, Tierra de Pinares e incluso parte de sierra. Un conjunto difícil de repetir y de olvidar. Otra ruta lleva hasta el embalse de las Vencías.
Fuentidueña también ha sabido sacar partido de la moda del turismo rural y no sólo con establecimientos, sino con empresas que ofrecen un turismo activo y lo que se ha dado en llamar 'multiaventura' con numerosas actividades para realizar en el lugar y en su entorno.

EL NOMBRE

Los pagos que hoy ocupan el municipio de Fuentidueña, fueron repobladas en el siglo XII por el rey Alfonso VIII con burgaleses que procedían de las tierras cercanas a la localidad de Oña. Este apellido, junto con sus Fuentes dio el nombre al lugar que en el año 1135 aparece como Fontedona, palabra que evolucionó hasta el término actual de Fuentidueña.

FUENTIDUEÑA

Tradiciones: La víspera de la festividad de la Inmaculada, es tradición que los jóvenes recojan leña para después quemar en una gran hoguera que se realiza en la puerta de la iglesia de Santa María La Mayor, donde después los vecinos disfrutan de una rica parrillada de chuletas.
Curiosidades: El ábside de la iglesia de San Miguel fue trasladado a Nueva York, donde permanece, reconstruido a partir de sus 3.300 piedras numeradas.
Gastronomía: Durante las fiestas y la semana cultural se realizan citas gastronómicas para todos los vecinos como parrilladas, concursos de tortillas o croquetas, chocolatada y paellada. Es típico en la localidad el lechazo asado, además del pato asado, las chuletas de cordero y los productos elaborados de la matanza casera. Una bodega produce vino en la localidad con el nombre de su castillo.
Fiestas: La villa celebra San Miguel, el 29 de septiembre; La Concepción, el 8 de diciembre, y una semana cultural en agosto con actividades para todos los públicos.

No hay comentarios:

 
Elegant de BlogMundi