Si hace unos días nos contaban de los robos acaecidos en nuestro pueblo ahora la noticia es del vecino Fuentepiñel....
Inseguridad es la palabra más repetida en Fuentepiñel desde que comenzó Navidad. Refleja el sentir de un pueblo todavía consternado por un robo, del que tardará en recuperarse. De la tranquilidad se ha pasado al miedo. La incredulidad ante un suceso de este tipo en Fuentepiñel se ha tornado en certidumbre. Ahora todos saben que una banda de ladrones ha asaltado el pueblo, al parecer sin dejar rastro. Y eso genera inseguridad.
El modus operandi fue calcado al utilizado en Frumales a principios del mes de diciembre. Los cacos eligieron un pueblo pequeño, con apenas 60 residentes en esta época del año. Debieron presentarse allí a medianoche o poco después, tal vez después de haber inspeccionado días antes el terreno. Y empezaron “el trabajo”. Seleccionaron las casas. Si en Frumales escogieron dos calles alejadas del centro, otro tanto hicieron en Fuentepiñel, donde se dirigieron a los extremos del pueblo: el “Barrio de Arriba”, “el Barrio de Abajo” y el callejón de Santa Brígida.
La técnica usada para acceder a las viviendas es “muy limpia”, según dicen los propios vecinos. Consiste en extraer el bombín de la cerradura y, seguidamente, romperlo por la mitad. Con sigilo, los ladrones buscan y sustraen los objetos de valor que encuentran. Igual entran en casas deshabitadas que en otras donde sus dueños duermen. Que se sepa, en Fuentepiñel no llegaron a penetrar en dormitorios ocupados, pero sí en otras estancias de viviendas habitadas. El recorrido de los delincuentes tuvo que prolongarse durante un rato largo, ya que entraron en al menos doce viviendas, cifra que varios vecinos elevan a quince. Las únicas casas que resistieron el “ataque” fueron aquellas cuyos propietarios echan cada noche el cerrojo. Es el caso de Anunciación Barrio. Allí lo intentaron, pero el cerrojo la salvó.
A falta de conocer una valoración total de lo sustraído, el vecindario da por hecho que la cuantía no ha sido elevada. “¡Hay que ver el daño que hacen para lo poco que se llevan!”, exclamaba ayer el cronista oficial de la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, JuanCuéllar Lázaro. Se ha echado en falta “dinero en metálico, herramientas, algún televisor...”. En general, “cosas no demasiado valiosas”. Los daños en las viviendas han sido más costosos. Asunción de Frutos aseguraba ayer haber gastado “más de 160 euros” en materiales para reparar sus cerraduras. En su casas, los ladrones destrozaron cuatro bombines.
Aunque el robo tuvo lugar la madrugada del 22 de diciembre, la noticia apenas trascendió durante ese día. Juan Carlos de Frutos pensó que el robo en su casa había sido un hecho aislado. Hasta que, ya anochecido, se enteró que a su vecino Delfín le había pasado otro tanto. El día siguiente, 23, reveló la verdad. Entonces, varios vecinos marcharon al cuartel de la Guardia Civil en Fuentesaúco de Fuentidueña, a denunciar. La Subdelegación del Gobierno informó ayer de la existencia de seis denuncias (cuatro por robo y dos por daños en viviendas), si bien reconoció que la cifra podría ser mayor.
Con el paso de los días y la difusión del suceso por el contorno, la fantasía ha echado a volar. “En un pueblo cercano se cuenta que a una mujer de Fuentepiñel la quitaron el anillo mientras dormía”, relataba ayer, con asombro, Juan Cuéllar. La imaginación es libre pero, en este caso, esa leyenda denota una realidad, la de que los vecinos de los pueblos pequeños se sienten inseguros.
Fuente: El Adelantado